jueves, enero 01, 2009


1971

En abril, cuando ingresamos al "colegio grande", aún estaban frescos los recuerdos de "la pelea del siglo" por el título de los pesados entre Muhammad Ali y Joe Frazier, realizada el 8 de marzo (la que ganó Frazier en el decimoquinto asalto), y, también, el encuentro futbolístico entre Sporting Cristal y Boca Juniors por la Copa Libertadores de América, en la Bombonera de los xeneizes. El 17 de marzo, ambos clubes habían protagonizado uno de los días más oscuros de su historia. Rubén Suñé, por Boca, y Fernando Mellán, por Cristal, se llevaron la peor parte de la bronca. La siguiente edición de la revista El Gráfico de Buenos Aires, publicaría el rostro de Suñé en su portada, con la huella que le dejó un zapatazo (conocido también como "tacle"), del jet Alberto Gallardo.

Dos semanas después, nos enfrentábamos al shock del "colegio grande", en donde, después de haber sido los mayores, pasamos a ser, nuevamente, los benjamines. Además, ya no tendríamos ese afecto maternal que, de alguna manera, nos entregaban nuestras educadoras en la sección infantil. No obstante, a los pocos días, la promoción se adaptó muy bien y estuvo dispuesta a seguir adelante. Empero, para seguir escalando en nuestro afán de avanzar en la etapa escolar, paradójicamente, tuvimos que comenzar por arriba. Fuimos enviados al segundo piso del pabellón en donde quedaban las clases de Cuarto y Quinto de primaria, y una de las secciones de Primero de media. Ahí nos recibieron entre otros, el experimentado profesor Belarmino Agurto y el Hermano Carmelo (Ramos). A partir de ese momento, diferentes profesores nos enseñarían los cursos. Y, por consiguiente, a diferencia del "colegio chico", tuvimos que aprender a lidiar con varios maestros en un solo año. Campero, "Pollito" Salazar y Zavala -alias "Maguila"-, fueron algunos de ellos. Alfredo Berenguel, a cuyo hermano, Julio, conoceríamos más adelante, se encargó de nuestra educación física.

Para practicar fulbito durante los recreos nos proporcionaron la cancha adjunta a la iglesia, en cuyo techo, más de una vez, se quedó la pelota. Aquella de caucho color marrón oscura, que dolía mucho cuando caía en la cara (más aún, cuando uno no estaba atento). Saliendo de las aulas, al fondo a la derecha, quedaba el Laboratorio de Física y Química, al cual aún no teníamos acceso. Sin embargo, hacia el lado izquierdo del corredor, quedaba el Teatrín, también llamado cinemita, al que comenzamos a ir casi una vez por semana.

Eduardo Dibós Chappuis, cuyos hijos también eran Maristas, había sucedido el año anterior a Bedoya Reyes como alcalde de la capital. Y empezábamos a entender los chistes del General Artola, que a diario se creaban.

Ese año, en el Madison Square Garden de Nueva York, el Beatle George Harrison y un grupo de amigos, entre los que estaban Eric Clapton, Bob Dylan y su ex-compañero Ringo Starr, participaron en el primer intento musical por "salvar el planeta": El Concierto para Bangladesh, auspiciado por la UNICEF.

En diciembre, un avión de LANSA cayó por segundo año consecutivo, esta vez, en la Amazonía, muriendo 91 personas. Sobrevivió Juliana Koepcke, joven alemana de 17 años, quien fue encontrada días después.

En el colegio, el 71 fue también el año en que Paco y su esposa, la señora Virginia, llegaron para encargarse del kiosco. Ese verano, el Pirata (Camarena) había partido a un viaje sin retorno, llevándose consigo su conocido turrón, y sus populares chancays con jamón, queso y mostaza. Al igual que nosotros, Paco y su señora, fueron la novedad de 1971, año en que se graduaron, entre otros, un extraordinario jugador de balompié llamado Luis Fernando Seijas, un gran declamador de nombre Ramón Carrillo, un futuro Vice-Presidente de la República, y un Lishner Farfán... quien dejaba una presea obtenida para el colegio en 110 metros con vallas, bajo la dirección del profesor Julio Berenguel.